EL JAPÓN (año 1929)
por JIDEKO SELLÉS ÓGUINO DE VIDAL

ÍNDICE | 1. El pueblo japonés2.- El Mikado y su corte | 3.- Los daimios | 4.- La reina madre |
5.- La mujer japonesa | 6.- Los niños | 7.- Temma no Tenjin | 8.- El año nuevo |
9.- Fiesta de los difuntos | 10.- Tanabata Sai. Fiesta de las estrellas | 11.- Tsukimi. Fiesta de la Luna |
12.- Shaka Masturi. Fiesta de Buda | 13.- El Fujiyama | 14.- La religión | 15.- Las flores |
16.- El casamiento
| 17.- Las gueishas | 18.- Los monumentos | 19.- Sooshiki (el entierro) |
20.- El Japón
| 21.- La indústria japonesa | 21.1.- La porcelana | 21.2.- Las lacas | 21.3.- El tejido
 

4.- LA REINA MADRE

Grabado japonés de Los cuarenta y siete samurais en marcha hacia la mansión de Koodzuké
Los cuarenta y siete samurais en marcha hacia la mansión de Koodzuké, dispuestos a vengar la muerte de su señor Asano. Este episodio es célebre en la literatura y en el arte del Japón. (Dibujo de Hiroshigue.)
Grabado japonés de Asalto a la casa de Koodzuké por los cuarenta y siete samurais
Asalto a la casa de Koodzuké por los cuarenta y siete samurais. (Dibujo de Hokusai.)

La reina madre es amada por sus subditos de modo tal, que raya en veneración. Durante los largos años de enfermedad de su marido, ella lo cuidó infatigable, sin descanso, y en épocas de agravación de su dolencia, permaneció día y noche en su puesto de honor y de amor, perenne, a la cabecera del lecho del paciente, paladeando las amargas hieles del dolor, las zozobras de la inquietud, las angustias de la desesperanza. ¡ Cuántas veces se acordó en aquellos momentos trágicos de los pobres que, afligidos de semejantes penas, las ven ampliadas con la falta de recursos para combatirlas ! Inspirada por esta idea torturadora y poniendo al servicio de la caridad las energías que la misma despertó en su corazón, ordenó a su propio médico de cabecera, uno de los más afamados del Imperio, que, con otros catorce doctores más, asistidos por sus correspondientes ayudantes, instalasen consultorios convenientemente repartidos por toda la ciudad, y durante quince días sufragó de su bolsillo particular cuantos gastos originaron las consultas y medicamentos suministrados a los muchos enfermos que se presentaron buscando remedio para sus males. El número de estos ascendió más de 40.000 en sólo quince días, siendo otros tantos los corazones agradecidos que bendecirán a su favorecedora eternamente.


Una de las prácticas casi diarias de la reina madre era su visita a los hospitales, sanatorios y casas de salud, todos los cuales ven en ella su más constante y valiosa protectora.

Desde que murió el emperador, la emperatriz viuda no volvió a salir de palacio. Pasa la vida dedicada a la oración, rogando por su marido, constituyendo su única ilusión esperar, con la llegada del sábado, la vuelta de su hijo menor, a su regreso del colegio, para pasar el domingo en su compañía.


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